NOTICIAS DEL PODER, DE JORGE HALPERIN
El mundo de la vida cotidiana, la fuente de las noticias, está formado por una sobreabundancia de acontecimientos, por lo que el aparato difusor de información debe seleccionar un número limitado de esos sucesos para ofrecer a la opinión pública. Pero ese recorte de la realidad no es azaroso ni está desprovisto de influencias externas sino que responde a distintos agentes.
Ese fenómeno se podría explicar en el marco del concepto de “agenda setting”, o jerarquización de noticias, que remite al conjunto de temas contenidos en el discurso de los medios de comunicación de masas. Es decir, la prensa tiene el poder de influir y determinar el grado de atención que el público otorga a ciertos temas sometidos a la atención y al interés colectivo. En palabras del investigador en comunicación Enric Saperas, “los medios de comunicación, mediante su capacidad de establecer la agenda pública, no determinan qué piensa la gente, sino sobre qué debe pensar”.
Según explica el periodista Jorge Halperín en su libro “Noticias del Poder”, los siete actores que construyen la agenda de los medios son: los poderes económico y político, las fuentes de poder corporativo, los “gajes del oficio”, el factor de clase, la sociedad civil y los medios mismos.
Desde esa perspectiva, el primer albañil de la grilla mediática es el gobierno, y en menor medida el arco opositor, siempre y cuando tenga significativa repercusión pública.
A partir de que la tecnología llegó al mundo de las telecomunicaciones los políticos debieron adaptarse a su lógica, y comenzar a frecuentar canales de televisión, redacciones periodísticas y estudios radiales ya que la comunicación no sustituye a la política pero sí le permite subsistir.
La cosecha de contactos que sirvan como fuentes es una de las tareas más necesarias que dejen realizar los periodistas a lo largo de su carrera, pero muchas veces, más aún si ese portavoz es un hombre político, lo que comienza siendo una relación rígida termina en un tuteo entre ambas partes y en un negociado a espaldas de la gente que va condicionando al periodista respecto a la información que se le brinda. Por lo tanto, éste puede convertirse en un vocero oficial del funcionario, instalando en la agenda de los medios sus proyectos, y dejar de lado la riqueza coyuntural que su figura pueda representar.
El poder de los gobiernos de influir en la programación mediática reside –según Halperín- en su capacidad de afectar a todos los ciudadanos a través de sus políticas. Siendo ese uno de los criterios de noticiabilidad es lógico que los gobernantes tengan espacio en las noticias pero la importancia radica en la forma en que esas crónicas se presentan y qué intereses hay detrás. Eso se comprende a partir del segundo agente edificador de agenda que es el factor económico.
“No hace falta aplicar un sistema de premios y castigos “publicitarios” para hacer sentir sobre los medios el poder condigno y el compensatorio”, señala Jorge Halperín en relación a la distribución desigual de la pauta oficial, que actúa como un arma de poder para los medios afines al gobierno y de debilidad para los reticentes. Y agrega: “el retaceo de información o, al revés, su entrega generosa, configuran una presión que muchas veces resulta insostenible para periodistas y editores, y alcanzan para instalar agenda en los medios”.
Existen ciertas instituciones del entramado social que manejan los hilos de ciertos temas que a su entender deberían estar en boca de todos o en su defecto ocultarlo a la sociedad. A ello apunta el tercero de los agentes que tienen incidencia en los medios al que Halperín denomina “poder corporativo” e incluye entre otros a la Iglesia Católica, los sindicatos y las Fuerzas Armadas.
Un ejemplo de ello lo constituye el fenómeno acaecido a raíz de la sanción de la Ley del Matrimonio Igualitario por el que la Iglesia Católica sostenía un discurso fuertemente contrario y lo hizo filtrar por diversos canales referentes de la oposición, mientras que por las señales oficialistas o no se nombraba a la entidad eclesiástica o bien se la desvalorizaba.
“Hay otro factor difícil de enunciar pero bien influyente en la conformación de agenda de los medios: podríamos llamarlo “gajes del oficio”. Y sería la combinación de saberes del oficio de periodistas y editores, la fuerza de sus gustos y rutinas profesionales, sus prejuicios y sus intuiciones”, precisa el autor de Noticias del Poder.
El periodista Tom Wolf bautizó a quienes realizan ese trabajo como “gatekeeper” (guardián de la puerta) es decir, aquel que tiene el poder de decidir si dejar pasar o bloquear la información. Sus decisiones se efectúan sobre la base de un conjunto de valores que incluyen criterios profesionales y organizativos, como la eficiencia, la producción de noticias o la velocidad.
El factor de clase es otro de los actores que tiene incidencia sobre los temas que se instalan en el imaginario colectivo a través de los medios. Halperín señala al respecto que tanto los productores como los receptores de la información pertenecen al estatus social de la clase media, por lo cual todas las noticias son presentadas desde ese punto de vista, y con todos los prejuicios propios de esa clase.
La televisión es una herramienta que refleja en gran medida esa situación. Ya sea desde los noticieros o programas de contenidos varios se naturalizó la idea de que los delincuentes son jóvenes villeros así se pone al aire una entrevista realizada al Comisario Naldi, en el programa La Cornisa, conducido por Luis Majul, y emitido por canal 11 el 31 de mayo de 2002 cuyo eje central fue: “Las estadísticas dicen que el 80 por ciento de los delincuentes vienen de las villas”, pero sobre lo cual no se precisó el origen de esos datos y mucho menos se presentaron otras voces que ampliaran el tema.
Por otra parte, es moneda corriente escuchar a los ciudadanos decir “el día tal vamos a hacer una marcha para exigir seguridad pero tiene que ir todo el país por que sino no vienen los medios y lo que no está en los medios no existe”. Eso refleja que sólo cuando se logran generar acontecimientos extraordinarios, la sociedad civil tiene el poder de penetrar en la prensa. Aunque eso no quita que puedan cambiar los planes de los medios de vez en cuando.
Por último, Jorge Halperín destaca como séptimo agente constructor de agenda a los propios medios de comunicación en el sentido de que existe un temor en estas empresas por perder consumidores que los lleva a cubrir las mismas noticias así tengan que citar como única fuente a la radio, el canal o el periódico que lanzó la primicia. Por lo tanto construyen una red temática que a los ciudadanos les resulta imposible librarse.
El fenómeno de la construcción de agenda podría compararse con un espectáculo de títeres. El productor sería el medio de comunicación, los actores que manejan los títeres podrían ser tanto las fuentes, que manejan a los periodistas (o sea, los títeres) con el fin de filtrar información que se instale en la agenda, o bien los periodistas, que manejan a las fuentes (o sea, los muñecos) tratando de complacerlas para que el medio al que responden reciba algún rédito económico.
Del otro lado, en el sector del público estarían los niños y los adultos. Los primeros, ingenuos, representarían a los ciudadanos comunes, que reciben pasivamente las noticias de los medios sin presumir que detrás de la risa o el drama hay una red de intereses dispuestos a poner en plana una serie de temas y no otros. Y los espectadores adultos serían aquellos que conociendo o imaginando el detrás de escena deciden disfrutar del show teniendo la confianza de que a su término el hechizo se romperá y los hilos de su imaginario no podrán ser manejados por ningún titiritero, o mejor dicho, ningún medio de comunicación.